Scroll Top

Down below, the endless stones of the desert,
mountains of stones, long escarpments of
stones, infinite stones on the desert like a sea.
The sky above, the blue sky falling. The stones
cry out as they smash into the air, into the sky
that’s falling.

The desert cries out. There’s a limestone wall
with names. There’s a white wall and little
bottles with plastic flowers that cry out as they
bend in the wind.

The Desert, in INRI, Raúl Zurita
Translated by William Rowe

For more than twenty years I have focused my artistic practice and research on the relationship between art, politics and economics in the context of the last decades in Chile. I have taken both references to the history of my country and the universal history of art, to create a kind of “visual thought” that questions our ability to see and reflect on art, visuality and the world around us.

The new series of photo-collages that I present consists of several images of the Atacama Desert intervened in a minimalist way with copper plate. These simple virtual interventions on the landscape, which overlap the red metal on stones, sands and hills, make reference to the multiple stories -past, present and future- that the “driest desert in the world” holds.

Paraphrasing chilean documentary filmmaker Patricio Guzmán, author of Nostalgia for the Light (2010), I understand the Atacama Desert as a great open book and a repository of our memory from different points of view: archaeological, astronomical, political, economic and cultural. A place full of history that was conceived as an unpopulated space, natural frontier of Chile and zone of mining extractivism during the nineteenth century, and then, during the twentieth century, as a zone of labor and political massacres. It is a punished land, full of salt, where beings are mummified and objects remain. A zone of archaeological vestiges such as the Chinchorro mummies (the oldest found in the world) and poetic interventions such as that of Raúl Zurita (Ni pena ni miedo, 1993). Astronomers from all over the world also gather in the Atacama Desert to observe the stars, since the transparency of the sky is such, that it is possible to observe even the farthest reaches of the universe.

From its entrails is extracted, among other minerals, copper, raw material and fundamental basis of Chile’s economy. This mineral has an enormous history that had its turning point on 11 July 1971, when its nationalization was enacted, unleashing the fury of the North American government of the time.

ATACAMA, the series of photo-collages, can be read from this cross between copper and desert. A crossroads that produces a wedging and a mismatching of the gaze, that allows us to see and prevents us from seeing in order to liberate and bring into play a myriad of metaphors. A double and overlapped gaze in a play of planes that goes from the image to the material; from landscape to history; from art to mining; from poetry to economics.

Patrick Hamilton

 

Abajo las infinitas piedras del desierto, montañas de
piedras, laderas, infinitas piedras sobre el desierto
como un mar. Arriba el cielo, el cielo azul que cae. Las
piedras gritan al estrellarse con el aire, con el cielo que
cae.

El desierto grita. Hay un muro de cal con nombres.
Hay un muro blanco y pequeñas botellas con flores de
plástico que gritan al doblarse bajo el viento.

El desierto, en INRI, Raúl Zurita

Desde hace más de veinte años he centrado mi práctica e investigación artística en torno a las relaciones entre arte, política y economía en el contexto de las últimas décadas en Chile. He tomado tanto referencias a la historia de mi país como de la historia del arte universal, para crear una suerte de “pensamiento visual” que interrogue nuestra capacidad de ver y de reflexionar acerca del arte, la visualidad y el mundo que nos rodea.

La nueva serie de foto-collages que presento consiste en diversas imágenes del desierto de Atacama intervenidas en clave minimalista con chapa de cobre. Estas simples intervenciones virtuales sobre el paisaje, que superponen el metal rojo a piedras, arenas y cerros, hacen referencia a las múltiples historias -pasadas, presentes y futuras- que el desierto “más árido del mundo” encierra.

Parafraseando al documentalista chileno Patricio Guzmán, autor de Nostalgia de la luz (2010), entiendo el desierto de Atacama como un gran libro abierto y un depósito de nuestra memoria desde diversos puntos de vista: arqueológico, astronómico, político, económico y cultural. Un lugar plagado de historia que fue concebido como un espacio despoblado, frontera natural de Chile y zona de extractivismo minero durante el siglo XIX, para luego, durante el siglo XX, ser zona de matanzas obreras y políticas. Es una tierra castigada, llena de sal, donde los seres se momifican y los objetos permanecen. Zona de vestigios arqueológicos como las momias de Chinchorro (las más antiguas encontradas en el mundo) e intervenciones poéticas como la de Raúl Zurita (Ni pena ni miedo, 1993). Astrónomos llegados de todo el mundo se reúnen también en el desierto de Atacama para observar las estrellas, puesto que la transparencia del cielo es tal, que permite observar hasta los confines más recónditos del universo.

De sus entrañas se extrae, entre otros minerales, el cobre, materia prima y base fundamental de la economía de Chile. Mineral con una historia enorme que tuvo su punto de inflexión el 11 de julio de 1971 cuando se promulgó su nacionalización desatando la furia del gobierno Norteamericano de entonces.

ATACAMA, la serie de foto-collages, se pueden leer desde este cruce entre cobre y desierto. Un cruce que produce una calce y un descalce de la mirada, que nos permite y nos impide ver para liberar y poner en juego un sinfín de metáforas. Una mirada doble y superpuesta en un juego de planos que van de la imagen a lo material; del paisaje a la historia; del arte a la minería; de la poesía a la economía.

Patrick Hamilton

Sala 103.19 Tiempos Incompletos
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid

En 2019, la académica y escritora Nelly Richard presentó en el Museo Reina Sofía su investigación Tiempos incompletos (Chile, primer laboratorio neoliberal), una exposición que releía críticamente la dictadura y la transición chilenas desde sus líneas de continuidad, sus saltos y bifurcaciones. La exposición proponía un diálogo entre dos artistas chilenos contemporáneos, Patrick Hamilton y Felipe Rivas San Martín, y la revuelta estudiantil feminista de mayo de 2018. A modo de epílogo, en esta sala se recupera aquel proyecto que sitúa el golpe de Estado de Pinochet como origen el neoliberalismo.

El golpe militar de 1973 en Chile marca la instauración de una dictadura acaudillada durante 17 años por Augusto Pinochet. Las imágenes emblemáticas del bombardeo de La Moneda y de la muerte de Salvador Allende aparecen en la serie fotográfica del artista Felipe Rivas San Martin acompañadas por códigos QR, una tecnología, habilitada en los años noventa para servir a los intercambios informáticos y comerciales del presente neoliberal, que busca racionalizar y hacer operativos todos los datos en sus redes de almacenamiento y control. La inserción pictográfica del código QR, que agujerea la memoria histórica de la dictadura y la transición chilenas, nos lleva a preguntarnos por la violencia aplicada para destruir los símbolos y afectos comunitarios de la tradición de izquierda forjada en torno al ideario del gobierno derrocado de la Unidad Popular.

La consolidación de la dictadura de Pinochet combinó el terrorismo de Estado con la doctrina del choque económico elaborada por los Chicago Boys —economistas chilenos que fueron discípulos predilectos de Milton Friedman en la Universidad de Chicago— para convertir a Chile en el primer laboratorio del neoliberalismo a escala mundial. Centrándose en este motivo, el artista Patrick Hamilton desglosa los archivos de la edificación neoliberal cimentada en el libro El ladrillo (1973), que resume las bases de la política económica de la dictadura chilena: desmantelamiento del Estado y fortalecimiento del libre mercado, privatización de las empresas, reformas del sistema previsional, modificaciones de la legislación laboral, etcétera. El color rojo de sus imágenes de archivo nos recuerda en clave cromática que el neoliberalismo fue salvajemente impuesto a sangre y fuego en un Chile arrasado. Pero al estar revestido de los colores de la bandera anarcosindicalista, el objeto ladrillo contrapone a la explotación de la mano de obra y a los efectos de la especulación inmobiliaria la restitución combativa de la historia del sindicalismo revolucionario.

Con el giro paródico del título, que introduce la referencia a lo queer —Resistencia al daño. QueeR Codes—, la serie de Rivas San Martín evoca esa izquierda militante que eliminó de su discurso viril los dobleces y texturas de la sexualidad y del género. Ambas dimensiones negadas reaparecieron de manera explosiva en las marchas y protestas chilenas gracias a la revolución feminista de mayo de 2018. Sus movilizaciones retomaron la consigna de «No + lucro», con la que el movimiento estudiantil del 2011 había impugnado tanto las leyes del mercado como la gramática neoliberal que fabrica subjetividades dóciles. Esta insurgencia feminista no solo remeció la arquitectura patriarcal de los poderes instituidos —religiosos, culturales, sociales y políticos— que había seguido normando la transición chilena, también propagó por la sociedad entera el impulso libertario de experimentar colectivamente un mundo que rompiese sus ataduras.